En agradecimiento a Cristiane Boullosa
El leitmotiv de la compañía Omos Uno que dirige Cristiane Boullosa es tan sencillo que entusiasma fácilmente a cualquiera que se acerque a la improvisación y la danza en ciernes. Según su impulsora, Omos Uno busca generar un espacio común sin sacrificar la libertad ni la originalidad de los cuerpos. Nace de preguntas que solo pueden contestarse improvisando. ¿Cuál es el espacio común mínimo que nos pone en relación sin subyugarnos a pautas, ritmos o formas? ¿Cómo podemos bailar juntos sin bailar de la misma manera ni fijar acuerdos previos? ¿Cómo habitar el mismo espacio sin definirlo, sin limitar ni predeterminar lo que debe ser un espacio común? Y, en el otro extremo, ¿cómo detonar y fomentar la danza propia de cada uno sin cultivar un campo de egos ensimismados?

Elisa o el deseo de volar, Omos Uno y artistas invitados, Cristiane Boullosa (en rojo).
Omos Uno y la enseñanza de Cristiane Boullosa en general avanzan en un delgado filo donde siempre se arriesga de caer en uno de los dos peligros que conforman lo esencial de la cultura humana. De un lado, la masa homogenizada cuya realización en política sería el fascismo y en arte sería algo así como el videoclip de MTV donde cuerpos idealizados y reemplazables se mueven uniformemente al ritmo aplastante de la música. Por otro lado, la pléyade de soledades obligadas a la distancia, aisladas en su individualidad ficticia. Una pléyade compuesta de individuos incapaces de percibir la constelación potencial al alcance de la mano mientras se encuentran encerrados en un mundo donde la comunicación se limita a la circulación de datos sin afectación real de los cuerpos. De un lado, la fusión en un todo que borra las diferencias y del otro lado al aislamiento absoluto de individuos sin mundo común. El reto es bailar juntos salvando las distancias, creando un centellar de danzas unidas por la diferencia.
Ciertas ideas desprenden, más allá de su lógica obvia, una elegancia y una belleza capaz de comprometer a la razón en la búsqueda de su cuerpo. La riqueza del espacio que genera Cristiane Boullosa no se limita a algunas decisiones artísticas de corte filosófico, que de cierta forma resuenan en distintas inquietudes contemporáneas tanto de la estética como de la política. Cristiane Boullosa proporciona la posibilidad práctica de experimentar su visión y experimentar la visión de Boullosa es, sin posibilidad de errar, abrir los propios ojos. Es lo más difícil de la tarea del pensamiento de hoy en día: su necesaria concreción en una praxis. Recientemente, bajo el título Esferas de relación, Cristiane Boullosa quiso sistematizar lo esencial de su trabajo de investigación en danza e improvisación desarrollado a lo largo de tres décadas. Decidió atreverse a compartir su comprensión sin el escudo de las referencias legitimadoras ni el paracaídas de las técnicas aprendidas y reconocidas. Tomó el riesgo de nombrar su propia perspectiva para ofrecérnosla, ¡y qué regalo!
Las Esferas de relación son una especie, diría yo, de gramática secreta del mundo compartido. Secreta porque permite leer el espacio energético sin proyectar sobre él ningún orden predeterminado ni convención simplificadora. Permiten comprender las relaciones que dinamizan el mundo común sin fundarlo en una comunidad ficticia ni establecer reglas castradoras. La creación en danza implica casi siempre la dominación del espacio y el caudillaje del cuerpo en unas coreografías, ritmos, pactos, pautas. Se crea moldeando el espacio, sala y cuerpo indistintamente. El sueño de Cristiane Boullosa es abrirse – abrirnos – a una creación y una danza que emergen de la escucha y de la inmersión en una comunidad inasible, abierta y libre. Y así contagiar su comprensión de la vida en tanto una pluralidad de esferas que únicamente se pueden vivir plenamente desde la improvisación.
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Web de la compañía Omos Uno: www.omosuno.com
Para entrar en contacto con el trabajo de Cristiane Boullosa: www.espaciofci.com