¿Dónde? – ahí está la danza

El butoh es un puente en llamas entre el cielo y el infierno.
Tatsumi Hijikata

Pensamiento y navegación

Desde hace algunos años, el mes de enero se ha convertido en mi época favorita del año. Desde hace años, en invierno, comparto la práctica de passing through tal como la entrené junto a David Zambrano y decenas de cuerpos entusiastas durante tres largos encuentros intensivos y otros más cortos. Durante los talleres EXIN de un mes de duración organizados junto a Zambrano, nos podíamos sumergir enteramente en la interconectividad de nuestras vidas hasta llegar al profundo nivel subconsciente donde se disparan los reflejos. Sabes que has llegado a tocar algo profundo cuando espontáneamente tu cuerpo reacciona de manera distinta. Cambiar su forma de pensar no significa revestirse con una opinión distinta como si fuese un traje al gusto de la temporada. Cambiar la forma de pensar es necesariamente cambiar la reacción ingenua al entorno. Reflexionar profundamente hace descarrila a los reflejos. Holo to somati – el cuerpo entero se involucra en los reflejos y en la reflexión genuina. Pensar de manera diferente es actuar de manera diferente, de otro modo solo estamos engañándonos soplando sonidos. Si piensas diferente, encarnas diferencias. Pensar es navegar en el mundo. El mundo no es un espacio objetivo sino una red de relaciones, un tejido de interconectividad en constante modulación, un complejo de resonancias inabarcable. La danza que me interesa acontece en el seno de este mundo que somos. Pensar diferente significa navegar de otro modo.

El Contubernio de A Butoh Pelao, enero 2023. Foto de Raúl Bartolomé.

La reflexión atraviesa el cuerpo espontáneo

En la práctica del passing through, la reflexión se adentra en nuestra concepción ontológica del espacio. No trabajamos los reflejos del cuerpo entendido en su individualidad. Cuando una persona comienza a danzar, se percata de que la danza está entrando en su cuerpo el día que se tropieza en la calle. El cuerpo resuelve la situación de manera distinta a cómo lo hacía antes de danzar, lo hace dilatando el tiempo para que la mente consciente pueda ser testigo de lo que acontece. Donde antes había una negrura total y una inconsciencia momentánea, ahora hay una trayectoria leída. Eventualmente la lectura posibilita el poder actuar. De la inconsciencia a la presencia a la danza consciente. Con el espíritu en danza, la caída, si llega a suceder, es menos dañina, el cuerpo se organiza de manera más eficiente y también, sin exagerar, de manera más elegante. La danza dignifica la existencia. En el tropiezo esto resulta obvio. Pero esta dignificación de la existencia no se limita a los traspiés, sino que se filtra en cada instante, en el caminar, en el tocar, en el mirar. Hasta debe llegar a percibirse en el soñar. Todo esto ya sucede trabajando el cuerpo en su comprensión individualista. La práctica de passing through es distinta: profundiza en la singularidad trabajando grupalmente.

De vuelta al paraíso del mundo común sentido

El passing through sitúa la danza en el mundo más que en el cuerpo. Existen innegables ventajas a la danza del cuerpo convencional que deja el mundo intacto. Pero hacer danzar el mundo a través de uno mismo nos dispara en otro universo. Para ser justos, hacer danzar el mundo nos devuelve a la tierra, a este universo palpable que encarnamos. La danza trabajada en la cárcel de la ficción individualista ya hace florecer la existencia – pero en una maceta. Si exploramos la danza en el seno del mundo común, en la tierra real, entonces el jardín crece hasta romper el cemento del cuerpo institucionalizado para conectarlo con el paraíso.

Nuestra atención ha sido secuestrada por ficciones lingüísticas y ya desde una edad temprana estamos educados de manera a limitar nuestros contactos con el mundo naciente al mínimo, siempre bajo vigilancia política, para expropiar la fuerza anónima y entregársela a la fábula del mundo verdadero. Passing through consiste esencialmente en hilvanar atención – mundo – cuerpo. Tú – yo – en este viaje. Un lado – conecta – otro lado. Cerca – huesos – lejos. Leer el mundo a través de uno mismo, entrar y salir continuamente para relacionar lo visible con lo invisible. Del subsuelo, a través de los huesos, hacia la luz. Y vice versa, sin orden ni concierto. Hilvanar. Leer el cuerpo como continuación del mundo. Leerse como perteneciente al espacio. Entender el espacio como un continuum de diferencias vivas.

Cambiar los reflejos de tu cuerpo es bueno. Cambiar los reflejos de tu mundo es otro cantar.

El movimiento debe investigarse en un mundo plural, tal como vivimos. De otro modo, la investigación arriesga siempre de convertirse en una técnica que hace la prisión más cómoda. Pulir la celda individualista que te sustrae del mundo común puede hacerte más feliz superficialmente pero no te llevará muy lejos. Hay que ir lejos, salir de aquí, viajar, navegar, delirar, derivar, soñar, transportar, desterrar, errar. Nacer. Danzar. Lanzarse. Arrojarse, más bien: continuar el arrojo que somos.

¿Dónde, si no…?

Para la danza naciente la pregunta fundamental no es ¿qué es el cuerpo? ni ¿quién soy yo? Ni ¿qué es el ser? ni ¿porqué esto o lo otro? Dónde estamos. ¿Dónde? es la pregunta dinámica por excelencia. Las paradojas (en el mejor de los casos), las aporías y las contradicciones y a veces las estupideces de la investigación contemporánea, tanto en los ámbitos del movimiento como en el ámbito sedentario de los intelectuales se deben a que están atrapados en la fábula de lo estático, de lo sustancial, de lo objetivo. Están atrapados en ontologías del ¿qué?, de la sustancia, de la materia. ¿Dónde estás? ¿Dónde estamos? es una pregunta más profunda que ¿qué somos? ¿Dónde estamos? En tránsito. Estamos entre. Entre esto y lo otro. Somos entre. Somos con, esencialmente con. Un cuerpo individual, más que una sustancia, es un Y, un conector, un transmisor, una canal, un patrón de resonancia, un rizoma, una afectación.

El passing through, por su alto dinamismo, obliga a la mente a situarse en un mundo real, es decir compartido, en constante transformación. Se piensa el nosotros ya no como un sujeto sino como un lugar. Este cambio es dinamita para el pensamiento. Danzamos entonces entre nosotros, a través de nosotras. Una y otra vez hasta que la mente subconsciente se sitúe espontáneamente en un mundo vivo en lugar de un espacio tridimensional desprovisto de vida. Vivir entre nosotros – llevamos toda nuestra vida practicando lo contrario…

Entre nosotras

Estoy consciente de la necesidad de pensar el con desde antes de ponerle palabras. Desde antes de pisar el primer estudio de danza. En la subbody butoh school, en 2011, donde terminé mi tesis doctoral tratando de encarnar un pensamiento naciente, fundamentado en el movimiento del nacer más que en la sustancia del ser, pude explorar el subconsciente grupalmente. No hay mucho butoh ni mucha danza en el mundo que da una importancia filosófica al grupo. El grupo suele ser ausente o una mera coincidencia de cuerpos en un mismo espacio. O peor: alguna gente entiende el grupo como formas corporales homogéneas siguiendo el ritmo de la música enlatada. Lo digo sin tapujos: es un error vivir así. El grupo es fundamental. Primero el nosotros, el lugar, luego, si eso, el individuo.

Cuando llegué a Madrid y comencé con la investigación regular de butosofia, importé el esquema himalayense para organizar el año en trimestres: 1. subcuerpo, 2. cocuerpo, 3. subcuerpo=cocuerpo. 1. La sombra corporal, 2. trabajo grupal, 3. tu sombra es resonancia en el nosotros, tu subconsciente es el mundo. Tenía muchas herramientas y conocía varias dinámicas para entrenar el grupo y reflexionar acerca del nosotros. El passing through resultó ser la matriz de todo trabajo grupal. El passing through es el grupo mínimamente informado, proporciona la mayor libertad sin renunciar a la potencia del mundo común. ¡El passing through es una hermosísima fiesta! Una fiesta donde lo único que sacrificamos son los caprichos del ego apegado a su propia celda. Solo censuramos la censura. Suena como un eslogan del ’68, y lo sería, si no fuese antes que nada una práctica.

¡Fuego!

La realidad climática de Madrid y de las salas alternativas donde suelo trabajar han reforzado la línea de trabajo. Enero y febrero son frescos. Puede resultar contraproducente realizar trabajos con mucha calma y la atención puesta en procesos sutiles. El frío activa la mente parlanchina. El grupo es cálido. En enero y febrero precisamos fuego y la energía que no generamos nosotros es muy cara. Passing through es el hogar, el nosotros, la hoguera. Passing through es fuego. Generamos una fiesta, generamos un gran incendio de vidas interconectadas donde a continuación bailamos. No bailamos en la sala fría, fija, muerta. Bailamos en el nosotros en llamas. Este fuego que encendemos en Aula nostra, en La Gestación y en Butosofia ha hecho de los meses fríos del invierno mis meses favoritos del año. Bailar es arder.

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