1. Ochos fracasados
Propuse seguir investigando el trazado de las líneas en el espacio, a caballo entre ambos lados de la piel. Quisimos recuperar la investigación de los 8 desplazando sutilmente su orientación abajo-arriba-derecha-izquierda hacia las diagonales. Al parecer fue demasiado.
Los ochos nos ubican en una paradoja muy interesante: apelan a un preciso control mental sobre el cuerpo y sus partes y al mismo tiempo sólo fluyen gracias a la renuncia a hacerlo bien. Utilizamos la herramienta de los ochos para sondear el cuerpo y encontrarnos con zonas torpes, oscuras, borrosas, desconocidas, extranjeras. Mal entendemos lo que estamos haciendo cuando nos frustramos porque algo se descarrilla. Perdidos, ¡estamos en buen camino! Buscamos en nuestro cuerpo lo que no pertenece a la consciencia, buscamos la oscuridad desde donde brotan los pensamientos.
2. Triángulos 3D
Volvimos a los triángulos de las semanas anteriores, añadiendo la profundidad de una tercera dimensión. Hasta la fecha, ubicábamos los triángulos en una visualización 2D del cuerpo, ahora, en lugar de ir de la planta de los pies hacia el periné, fuimos de los talones hacia la pubis, de la pubis hacia la protuberancia trasera de las crestas ilíacas, hacia el esternón, hacia los omóplatos, hacia la nariz, etc.
3. Movimientos en la quietud
Después de haber trazado líneas, sondeamos la piel, la superficie del cuerpo, observando y distinguiendo sensaciones. Nos quedamos así de pie largo rato, observando lo que es necesario. Quien no sabe estar quieto entiende poco del movimiento. Pues no hay quietud. Entender algo implica intuir sus causas, palpar sus raíces. Estando quietos y observando una infinidad de reajustes que supone estar de pie, observamos movimientos en germen. El movimiento y las danzas alérgicas a la quietud son una huida en la inconsciencia, un culto del yo y del poder sobre el espacio, el cuerpo, los otros.
Quien no sabe nada de la necesidad poco vale su libertad. Libres de hacer lo que necesitamos para generar liberación. Los caprichos, los gustos personales y los patrones con los cuales nos identificamos reducen nuestras posibilidades, nos empequeñecen como el miedo empequeñece al gusano.
4. Corazones…
Impro libre pues…
Un día en que le preguntaron ¿qué es el butoh?, Kazuo Ohno invitó a la persona curiosa a no preocuparse. Dijo: butoh sólo es una palabra para bailar con el corazón abierto.
Personalmente trabajo con pautas físicas, consciente de que al tocar lo físico se tocan muchas cosas más pero considero que son efectos secundarios. Básicamente utilizamos el cuerpo para que nuestra atención invada el espacio. La fisicalidad es un lugar donde el pensamiento poetiza o vitaliza el espacio. El corazón es un órgano del tamaño de un puño y que late.
¿Qué quería decir Ohno con bailar con el corazón abierto?
Lancé la pregunta para que la juguemos.
5. …de insectos
Presenté una idea extraída de la tradición tántrica del budismo tibetano: un corazón abierto es un corazón vacío. “Escucha siempre a tu corazón y conseguirás la libertad cuando te des cuenta de que tu corazón nunca dice nada.” Es recurrente la imagen del corazón rebosante, una corazón abierto, que da mucho. Bailar más allá del dar y recibir, sólo damos a nosotros mismos y todo lo recibimos de nosotros mismos. Bailar más allá de cualquier relación dual con el espacio.
Realizamos la caminata de los insectos o bug’s walk de Tatsumi Hijikata para encaminarnos en dirección al corazón carcomido, a la voluntad del espacio como multitud de insectos. Chogyam Trungpa, al promover la sabiduría loca, un tipo de iluminación más cercana a la juventud y la inocencia que a la vejez y al conocimiento, hablaba de unir la vacuidad de los ojos, la percepción clara, con la vacuidad del corazón, la valoración clara. Insistía en acoger lo que debe estar acogido, cultivar lo que debe estar cultivado y, para no romper el voto de compasión, destruir lo que debe estar destruido. En resumen: habitar libremente la necesidad.