1. El espacio de las sensaciones
Seguimos investigando la configuración espacial de nuestro cuerpo. Entre infiernos y estrellas trazamos triángulos sobre el esquema del cuerpo.
El esquema corporal es lo que podemos ver en un manual de anatomía. La imagen del cuerpo en cambio está determinada por el subconsciente. La confusión o el conflicto entre esquema y imagen corporales es algo muy común. Quisiéramos sentir nuestro cuerpo tal como lo vemos en los libros.
Después de trazar triángulos, escaneamos la superficie de la piel en busca de sensaciones corporales, físicos, naturales y cotidianas. Escaneamos la piel sabiendo que es, como dice Paul Valéry, el órgano más profundo. Hoy la tarea consiste en no detenernos ni un segundo en la sensación y seguir escaneando el cuerpo según un orden que respetamos. El contenido de la sensación no tiene importancia. Sentir es lo importante, es lo que hace sentido. Capto una sensación y paso al espacio siguiente y enseguida capto una sensación y fluyo hacia delante… Por momentos nuestra atención fluye sobre la piel como el agua sobre las plumas de un pato. Cuando no siento nada, cuando encuentro zonas en blanco, me quedo algunos segundos en esta zona y sigo adelante.
Seguimos un orden porque, si queremos, como invitaba Kazuo Ohno, bailar en nuestros sueños, necesitamos desarrollar una consciencia capaz de evolucionar en sensaciones muy sutiles. Si al escanear el cuerpo salto de sensación interesante a otra no ejercitaré mi atención en la percepción de sensaciones sutiles. En las zonas en blanco hay sensación, sólo que mi mente no la percibe. La mente que sólo se regocija en las sensaciones obvias es la mente de un ser fragmentado cuya sombra sigue creciendo en la oscuridad de su cuerpo.
Después de unos cuantos escaneos y de haber activado nuestra sensibilidad sensorial, empezamos a analizar la disposición espacial de las sensaciones. Cada sensación pertenece a un campo y todo campo tiene coordenadas espaciales. Esta presión, ¿dónde está el foco, hasta donde irradia? Esta tensión, ¿dónde radica? Este dolor, ¿qué es, una torsión, una espiral, una densidad? Etc.
Nuestro cuerpo es más imposible que creemos. El progreso en la capacidad de sentir no se mide por la alineación de nuestro cuerpo sino por nuestra aptitud a percibir un cuerpo totalmente retorcido, con brazos cortos, espaldas delante del vientre, ojos en las orejas, patas en S, etc.
A continuación abandonamos el apego al esquema corporal y intentamos fundir nuestro cuerpo en nuestras sensaciones del mismo, intentamos reducir la distancia entre realidad y sensación. En suma, bailamos.
2. Bucear
Practicamos una vez más batidas de body weather, principalmente para entrenarnos a bucear en el espacio, a desplazar nuestro cuerpo como pez en el agua pero también para calentar la sala, que febrero pega duro.
Hemos retomado movimientos ya investigados pero con esta idea de no esforzarnos para conseguirlos sino trazar líneas en el espacio. Ni dominación del cuerpo ni pura mente sino mover la mente del cuerpo, y viceversa, el cuerpo de la mente.
Hubo unos cuantos mareos, señal que la solidez del espacio se tambalea.
3. Hokotai
Hokotai en japonés significa caminata. Hay algo increíble en la bipedestación de cada ser humano, caminar es un logro improbable. Nadie nos enseñó, lo conseguimos a nuestro pesar y como pudimos.
Caminar lentamente permite hacer emerger a la consciencia el patrón gracias al cual conseguimos mantenernos de pie, algo que vivimos cotidianamente pero que supuso en su tiempo librar duras batallas. Caminamos lentamente y emergen las imágenes o sensaciones corporales que nos mantienen de pie. Aprovechamos esta situación para “tender la mano a los muertos” (Kazuo Ohno). Transformamos la caminata en caminata de los cenizas (descripción) y abrimos el espacio a un pasado intemporal, abrimos nuestras danzas a todos los que murieron por nosotros.