1. Continuamos
Hay un juego paradójico entre la continuidad y la separación. De cierto modo continuamos separando, como una división infinita, continuamos dividiendo. Fractal sería aquí un concepto clave.
Llegamos a la sala y continuamos pero continuar significa volver la mirada hacia atrás, hacia las fuerzas que nos empujan, hacia el movimiento que nos traido hasta aquí.
No parar lo que hacemos sino decantar, calmar, aterrizar. Respiración, puntos de contacto con el suelo, esfera sonora, prestamos atención a procesos ya existentes sin cortar lo que hacemos. Poco a poco, prestando atención a lo que hay, el movimiento se apacigua.
La percepción del espacio sonoro es un proceso interesante. En su obra Esferas, Peter Sloterdijk propone que la diferencia entre yo y mundo es en primer lugar un filtro sonoro. En la barriga de la madre, el feto reacciona a ciertas músicas y a la voz de su anfitriona mientras obvia los ruidos de la digestión y el látido del corazón, cacofonia que, si fuese percibida continuamente, haría de la época fetal un auténtico infierno. El feto aprende a distinguir sonidos para él y sonidos del ambiente, la primera estructura egóica es un sistema de filtros sonoros. (O no…)
2. El Yo minimalista
Acostados, boca arriba. Levantar un brazo sin despegar la piel del suelo. Relajarlo. Comprobar diferencias de sensaciones en las zonas en contacto con el suelo. Así algunas veces.
Levantar un brazo, reducir el esfuerzo muscular manteniendo el brazo arriba y la piel en el suelo. Y relajar. La atención (o la consciencia, la mente, la imaginación, el pensamiento, la voluntad, usad el nombre que menos os chirrilla) se acerca a los huesos. Abandona los músculos fuertes y superficiales para acercarse a los músculos más profundos, más frágiles, más pequeños, más cercanos a las articulaciones.
Mismo ejercicio con la cabeza.
¿Cómo levantarme recurriendo lo menos posible al yo, al yo hago esto o lo otro? Organizar el cuerpo con la atención pegada a los huesos. Moverse desde un yo minimalista (concepto del filósofo Michel Foucault).
3. Dar / recibir peso
Preparación: decir a la otra persona que no queremos lo que nos ofrece y / o agradecer que me comunique que no quiere ahora lo que le doy.
Una persona tumbada boca abajo y otra persona da peso hasta conseguir un «basta». Estudiamos cómo transmitir el peso a través de nuestro cuerpo hacia el suelo. Cómo transmitir peso y no presión o tensión. Fue una buena ocasión para probar dar realmente peso a sitios donde creemos, porque nos lo enseñaron así, que no se debe dar peso, como rodillas, cuello, dedos.
Cuerpo boca arriba. Podemos desplazar ligeramente las manos, decir basta de manera caprichosa. Y exploramos juntos cuánto peso puede recibir las distintas partes de un cuerpo.
4. Viaje a Catatonia o dáme una razón para vivir
Arnold Mindell, El cuerpo que sueña: «No creo en la terapia, porque ya no sé lo que es bueno para las otras personas.«
Una persona se tumba con los ojos abiertos y se retrotrae al umbral del mundo, observando lo que sucede sin reaccionar, sin involucrarse. Otra persona intenta proporcionarle una razón para volver con nosotros. Explora su cuerpo, sus posibilidades, sus umbrales, sus límites. Intenta conseguir una reacción, un «basta».
La palabra clave aquí es generosidad.
Jess Curtis: «¿Qué conoces del mundo y de la vida que vale la pena compartir?»
Sensaciones intensas y zonas íntimas (violencia y sexo, viva Hollywood) suelen facilitar la obtención de reacciones. El reto es desarrollar una creatividad más allá de lo obvio, o comprobar que lo obvio no lo era tanto, cuando la persona tiene un umbral de no-reactividad más lejos de lo esperado.
Como compartió Laura, el ejercicio de no reaccionar amplifica la sensibilidad espacial. Sencillamente porque no elegimos las sensaciones y porque observamos sin preferencias (o reduciendo la importancia de las preferencias, me gusta, no me gusta, etc), la mente se hace más aguda y más sensible y empieza a percibir sensaciones más sútiles que las que pertenecen al reino del me gusta o no me gusta.
Idealmente, y habrá tiempo de desarrollarlo, el viaje a Catatonia va de las sensaciones más groseras e intensas hacia las sensaciones más sútiles e impalpables.
Esta práctica está destinada a liberar un poco nuestras mentes de las ideas de lo que le conviene a las otras personas. No sabemos lo que necesitan los otros cuerpos. Tenemos la espontaneidad, la inocencia, la generosidad y la intuición como herramienta.
Hasta aquí…