«Al principio fue la Danza, y la Danza era el Ritmo, y todo fue creado por el Ritmo, y sin el Ritmo nada existiría.»
– Serge Lifar, cuando era dirigente del ballet de la Ópera de París
«Rechazo la idea de que en el principio de la danza el ritmo haya sido primero.»
– Tatsumi Hijikata
Alma Negra. Festival de butoh ibérico 2016. Foto de Raúl Bartolomé.
La primacía del ritmo en la danza es tan extendida como el ideal de antigravedad. Son dos mentiras cuya función es ordenar el movimiento al funcionamiento de la sociedad.
La sociedad quiere fundamentos conceptuales y legales y una danza cuya belleza residiría en su triunfo de la gravedad, es decir en su elevación por encima del mundo. Sin embargo, debemos admitir que no hemos triunfado de la gravedad. Para ser más precisos, la hemos explorado y aceptado, hemos aprendido a hablar su lenguaje, hemos escuchado los secretos que nos susurra.
No hay triunfo de la gravedad en la danza. Es más bien la integración de la tracción de la gravedad la que permite el erguimiento del ser humano, sus vuelos y la elegancia de sus gestos. Es aceptando el mundo de fuerzas que el horizonte se hace posible. Las sociedades quieren crecer y perdurar a expensas de la vida y para ello necesitan tapar con fundamentos, mitos, cementos, suelos y valores el abismo a través del cual nacemos. La sociedad quiere ser el origen – por eso siempre miente, mitologiza.
El ritmo no es primario. Es una idea que el grupo, la manada, la sociedad quiere que aceptemos. (No escribo en contra del ritmo sino en contra de su primacía en el movimiento.) Hay un movimiento anterior a la construcción de un ir y venir, hay una fuerza inicial que es curiosidad, pregunta, lanzamiento y que no construye. El ritmo pone las cosas en su sitio, el ritmo, por muy irregular que sea, es ordenación. Ordenaciones aparecen mientras el nacimiento se despliega y le ayudan a desembocar en posibilidades insospechadas. No hay orden en el inicio sino efusión. Las estaciones, el día y la noche, las mareas, los caminos de las estrellas, nada de eso es el origen. El nacimiento desencadena ritmos y ordenaciones pero ¿quién diría que nacer es un acontecimiento rítmico? Hay ritmos involucrados – contracciones, respiraciones, corazones (mínimo dos), etc – pero la salida acontece en sentido único.
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Casi nunca utilizo música en los seminarios de butosofia aunque sé que el silencio complica mi trabajo, dificulta el disfrute de las personas que investigan y sin embargo me parece esencial al pensamiento natalicio.
Tolstoi: «Ahí donde quieres esclavos, necesitarás mucha música.»
(No escribo en contra de la música sino contra su omnipresencia.) Cuando entre dos canciones la gente deja de moverse, tenemos ante nuestros ojos almas que ansían cadenas y dominación.
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Estábamos tumbados, pesando. Los chamanes siberianos llaman a esta práctica hundirse hacia los infiernos. Hemos ido poco a poco pesando, de un lado hacia otro, moviéndonos hacia las sensaciones corporales para perder la imagen ideal del cuerpo con la cual caminamos a diario. Quien nace no se entiende a sí mismo. Quien nace no se conoce. Quien nace no se posee. Quien nace es un eco del antaño.
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Pascal Quignard, L’Origine de la danse (El origen de la danza):
«El ritmo no es primero. Los gestos están ahí mucho tiempo antes de los pasos, como en los niños. En el principio no solamente no hay ritmo sino que tampoco hay lenguaje que precede. La lengua hablada se aprende, a duras penas, mucho tiempo después. Caminar de pie se aprende, a duras penas, mucho tiempo después. He aquí la razón por la cual ninguna técnica debe presidir a la danza que busca el origen. Caminar de pie no es ni el origen ni la niñez. Caminar de pie no es el objetivo de la danza. Para aquellos guiados por el origen, solo hay, como único objetivo para el movimiento que inician, la torpeza naciente.
Olvidad el ritmo. No busquéis tener consciencia de vuestro cuerpo. Renunciad al suelo. Perded vuestros músculos. Dejad el entrenamiento. No obedeced a la música. No seáis ligados a nada. Pensad en nacer, he aquí lo esencial. Pesad de repente con todo vuestro peso sobre la tierra como lo hacen las bestias en el bosque. Tomad apoyo sobre el dolor humillado del suelo. Y abandonaros al movimiento que brota. Solo la torpeza es natal. La belleza está vinculada a la torpeza del origen. El primer paso que hace un niño es un paso que tropieza, que tambalea, y es el más bello de los pasos que puede encontrarse en el mundo sublunar donde sobreviven como pueden los hijos de los mortales.»
Muchas gracias… para este caluroso domingo, perfecto! gracias hermano,
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