Semana 6 · Lo invisible

1. Llegada al lugar

Seguimos aterrizando. ¿Qué necesito para llegar al espacio?

La respiración es necesaria y el aire es translúcido, invisible. Se ven sus efectos, se induce su presencia pero no podemos ver el aire en sí. La percepción de la gravedad es necesaria: una cuerda desde la tapa de la cabeza hasta las estrellas y otra cuerda desde el periné hacia el centro de la tierra. Se adivina la gravedad gracias a sus consecuencias, se la intuye pero no se puede ver. La necesidad es invisible.

 

2. Los ojos

Nos hemos relacionado con los ojos físicos, con los globos oculares más que con los ojos. El movimiento de los ojos se conecta a los músculos del cuello y de la columna vertebral. Las dos cuerdas que nos suspenden entre cielo e infierno ya relajan la visión ya que relajan la columna. Mover los ojos comprobando que la actividad muscular en el cuello e intentando disminuirla afloja todo un complejo muscular profundo. Relajando los ojos estamos soltando el cuerpo en profundidad.

Cruzamos el espacio sin utilizar la visión y poniendo ojos en toda la piel. Cruzando el círculo con los ojos cerrados en un principio conviene no tocarse cuestión de despertar una sensibilidad espacial que queda ahogada cuando surge el contacto físico, naturalmente muy intenso. Al no tocar empezamos a tocar campos, a percibir presencias en la distancia, a escuchar, a sentir el movimiento en el suelo, etc.

Hemos independizado los globos oculares del cráneo moviendo en direcciones distintas los ojos y la nariz. La nariz aquí es una excusa para articular la cabeza.

Esta investigación se dirige hacia la percepción del volumen de la cabeza y de las zonas y sensaciones oscuras, borrosas, inciertas, extrañas que la habitan. Gracias a la imagen de un reloj hemos podido encontrar momentos donde la mirada salta, donde los ojos hacen trampa. Nos interesa indagar en estos momentos donde me hago una trampa a mí misma.

¿Qué significa entonces abrir los ojos? Hemos abierto la musculatura que está implicada en la visión. Hemos abierto los ojos manteniendo los párpados cerrados. Los ojos son la sede de una cantidad impresionante de juicios. Abrimos los ojos para percibir el mundo en lugar de teñirlo con nuestros (pre)juicios.

(“Cada palabra es un prejuicio.” – Nietzsche)

 

3. Exploración del espacio invisible

Un ojo mira al otro, distancia entre dos globos, miro la garganta, el corazón, el estómago, la temperatura del suelo, la textura de su camisa, la suavidad de su pelo, miro el olor de su aliento, miro un pensamiento, un recuerdo, miro una tensión, el tacto de la pintura de la columna, la mirada y la atención viajan indistintamente entre dentro y fuera, entre presente y pasado, entre materia y espíritu. Todo sucede en el mismo espacio, los sueños, el hambre, un coche, un diente, el amor, los labios, una tensión, un espejo, la muerte, tú, yo, todo acontece en el mismo espacio. Este espacio nace.

Lo invisible no sólo es una metáfora. Los huesos son invisibles y podemos captar su presencia en el cuerpo. Al mirar otro cuerpo, puedo intentar atravesarlo, puedo mirarle a los huesos.

 

4. Caminata de las cenizas

Hemos repetido la caminata con estas nuevas herramientas, con la mirada en el trasmundo, en el pasado que sigue vivo, en todo lo sucedido que la presencia de nuestro cuerpo supone, necesita.

La atención siempre evoluciona a caballo entre sensaciones físicas y reales y fantasías y sueños. Imágenes brotan de las sensaciones y sensaciones nacen de las fantasías.

 

5. Mirando el trasmundo

Preparación: En pareja, mirando las sombras de la otra persona. Mujeres, hombres, niños y niñas, criaturas, ausencias, sueños, una infinidad de posibilidades habitan nuestra cara, nuestro cuerpo. Es imposible saber si lo que veo pertenece a la otra persona o si es una proyección mía. Percibimos el con, el espacio entre.

Teatro 1: mostrando la caminata de las cenizas. Intentamos mirar a través del cuerpo, intentamos contemplar lo que mueve el cuerpo y no sus movimientos. No miramos a los ojos sino a los huesos.

Teatro 2: una persona muestra la caminata de las cenizas y otra encarna su trasmundo. ¿Cómo encarnar el trasmundo de una persona si no es conectando con el mío? Los caminantes salen del espacio y los trasmundos siguen creciendo. ¿Cómo es investigar el trasmundo cuando desaparece el escudo, cuando quedo al descubierto?

Teatro 3: no hubo tiempo de explorarlo sino sólo pudimos intuirlo: todo lo que sucede nace de mi trasmundo y yo no soy sino parte del trasmundo de los demás. Todo el mundo es un personaje de mi sueño y no soy sino un personaje en el sueño de los demás. Tuvimos menos de 10 minutos para esta parte, cuando necesitábamos media hora. Sólo quería sembrar esta posibilidad para el futuro…

¿Cómo ponerme al servicio de alguien cuando no sé lo que conviene a tal o tal cuerpo? La necesidad está asequible en el espacio; es la sutileza y la finura de mi percepción lo que me permitirá captar lo que debe hacerse. La comunidad es una problemática personal: siempre investigo mis percepciones. Si bailando conecto con la necesidad, si conecto con mi necesidad estoy conectando con la necesidad de los otros, pues la necesidad no sufre corte, el aire que respiramos es continuo en la atmosfera, la gravedad es continua, la necesidad es continuidad. Seguir naciendo para seguir en contacto con toda la vida.

El camino entre dos cuerpos está por debajo de la piel. Percibiendo mis huesos percibo un campo que compartimos. Percibiendo un campo compartido estoy tocando lo real.

 

6. Cierre hacia el pasado

Recordar la sesión, momentos del día de hoy que aparecen en la mente, ¿cómo vine hacia la sala, con prisa o tocando el aire con los dedos?, sabores del desayuno, imágenes del sueño antes de despertarme, ¿qué hice ayer antes de acostarme?, un recuerdo del verano, el primero que surge, una cara que aparece cuando pienso en mi adolescencia, una sensación o una imagen si busco en mi infancia, ¿cómo era tocar el mundo cuando no tenía palabras?, durante diez meses lunares flotamos en la barriga de nuestra madre, ¿cómo era la vida en el universo fetal?, ¿hubo un sueño antes que apareciese en la barriga de mi madre?, pregunto… Esta pregunta, ¿hubo un sueño antes de nacer?, cuando se realiza en el cuerpo, abre el espacio del butoh.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Semana 6 · Lo invisible

  1. Ana dijo:

    Justo ayer leía este párrafo en el que Sloterdijk (en Venir al Mundo, Venir al Lenguaje) habla de la «mirada fisiognómica». Dice: «pienso en esa edad cruelmente lúcida antes de la implantación de la historicidad y de la representación, esa edad en la que uno ve de golpe lo que es: su carácter, su humor, su historia, su esencia, su futuro, todo ello encarnado en un jeroglífico corporal que es perfectamente descifrable ante nuestros ojos»…

    Me gusta

Comenta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s